6/06/2018

CARTA I

16-06-2016 

C/ Rincón de la subconsciencia, s/n


La nada aflora en el suburbio de tu piel, y tus pupilas entre la negrura permanecen fijas en mi subconsciente, tan fijas que me dan hasta miedo. Te desdoblaste dolorosamente, me acunaste en tus brazos inexistentes... de haber existido, sin duda me habría enamorado de ti.

Pero ahora... lo siento querido Sísifo, ya no me reflejo en el espejo como antes y eso que yo misma lo inventé, supongo que es una de esas ironías de la vida: cuanto más muerto te sientes, más vivo estás... Sucedía lo mismo entonces, pero entonces era distinto, era una realidad descubierta, una verdad revelada, como si la pesadilla y el sueño pudieran coexistir en un mismo momento, en esa milésima de segundo en la que comprendes que siempre han ido de la mano y que tú, como una estúpida, habías estado viviendo en el universo paralelo de la inconsciencia. Aquella catástrofe cósmica era tan hermosa, tan caótica, tan... magnética, que cómo iba a desviar la mirada, ¿cómo?, ¿quién le quitaría la mirada a su dios?, ¿quién dejaría de observar las estrellas?, ¿quién no estaría dispuesto a tirarse de cabeza en un agujero negro? 

Yo lo estaba. 

A veces lo echo de menos, porque ese reflejo era lo más cerca de la vida que nunca estuve, pura destrucción, pura libertad... un retrato de Doryan Gray perfecto. 
Y tú lo sabes... sabes lo hermosa que puede llegar a ser la nada, el precario equilibrio que sostiene la pierda al borde de su absurdo... tú la conoces... la ataraxia que todo dolor persigue, conoces sus sombras y sus demonios, las calaveras de los mártires adornan tus dedos... Y como a Ella, me ayudaste a permanecer en el borde, en el borde de la contemplación más sobrecogedora, donde van a dar todos los golpes, donde varan las preguntas sin respuesta, donde se reúnen en orgía las posibilidades y sus fracasos, donde se contempla la delgada línea que separa el sinsentido de la nada, donde el absurdo, como metralla, agujerea el alma. 

Y eso que no creo en el alma. 

El cuchillo se afila allí donde nacen mis lágrimas. Y allí he permanecido, querido Sísifo, de pie, mirando al frente, tal como me dejaste... no me he movido ni un milímetro y he echado de mi lado a todos aquellos que lo han intentado; si sus ojos no lloran sangre es que no comprenden nada. Y aquí sigo, con unas cuantas pinceladas más, inacabada, como el cuadro que espera a su artista maldito... pero llena de vida, de la vida que tú me enseñaste. 

Lo pasamos bien, ¿verdad?, sentimos vibrar cada centímetro de nuestra piel y nuestra lengua probó el placer de los pecados más extraños... ¿quién quiere manzanas si tienes todo lo demás? Cuando lo comprendes lo tienes todo, lo tienes todo en un puñado de nada, y eso nos hacía reír como histéricos y jugar como niños pequeños... Pero, querido Sísifo... cuando eres consciente, cuando eres realmente consciente, ¿qué haces entonces?, ¿solo permanecer ahí de pie observando cómo los dientes caen y el pelo se pudre?, ¿no es ese precisamente el papel de los dioses que tanto nos disgusta? ¿por lo que decidimos matarlos? ¡Tenemos que ser consecuentes, querido Sísifo! 

No quiero creer en nada, pero quiero tenerlo todo, soy humana... Las respuestas con las que no me contento me ajan la piel y me hacen vieja, sin embargo... aquí estoy, escribiendo esta sarta de lamentaciones, porque algo debemos hacer. Tú y yo, de nuevo. 
Sabes que no lo puedo hacer sin ti... lo sabes, pero no temas... aunque abandone el borde esta vez lo hago en sentido contrario, tengo quien me cuide y sé que, si fracaso, tú me estarás esperando, tú y esa nada en la que todo se siente, en la que la vida parece reafirmarse; no estoy huyendo, levanto unas escaleras hasta el cielo. Pero no es el cielo que ellos inventaron, es el cielo que tú y yo rompimos a cabezazos, ¿te acuerdas? 

Aún siento las astillas de Dios en la frente. 

No temas, querido Sísifo, te prometo que son solo martillazos, ondas concéntricas... Pero sigue manteniéndote firme, sé el faro al que Leandro se dirige todas las noches, sigue ahí porque de lo contrario me perderé, te necesito...
Te necesito.